
Aquello tarde caluroso de un fin de semana en Viña del Mar, se siente la adrenalina y la felicidad a través de la música movida que palpitaban los grandes parlantes del recinto donde me encontraba. No había mucha multitud porque la brisa no los podía consumir, y el sol radiante que prohibía la piel de aquellos que creían que podría ser dañino. Pocos quedaron disfrutando la alegría en el ambiente que salpicaban las gotas de agua, mientras tan sólo...