martes, agosto 28

Posted by Anónimo Posted on 22:05 | No comments

Dolor a Paz

Creo ver la lluvia caer, en mi ventana te veo pero no esta lloviendo, que vagas por las calles llenas de pensamientos negros, sin reflejo alguno que quisiera alumbrarte. Sinceramente pido que callen mis pensamientos, para buscarte en lo más profundo del rocío brotable de tu corazón. No veo más en tus ojos desvanecer por aquel día, mas los dolores que recibiste sin explicación. Con delicadeza te limpié y te sequé de tus lágrimas hasta transformar la última sonrisa contagiosa. Tomando de tus manos llenos de frialdad de ternura, sin mirar el otro lado de la lluvia que caminabas sobre variables inundaciones que absorvían por tus pies. De pronto en tu alrededor cambió sin sentido. Desde la urbanidad al vacío incotable, fijando en lo solitario que sentiste, sin el sonido polvoriento que permanecía, sin el perfil de tus angustias. Te vi, y me encontraste, me viste y me abrazaste, oyéndote extráñamente, paso a paso de tus dichos con aliento de tristeza que busca solución costosa para darte mis alegrías perplejas sin condición. Al bramar tantas palabras tuyas, se armó una visión oscura que me obligaba a salir en necesidad, perfilando tus miradas que provoca soñar de alguna manera imposible para buscar el otro camino sin final, o un laberinto sin salida. Es que no existe, no hay imaginación sin llantos, no hay puerta que cambia la vida, no puedo abrir mi mente sin coraje, no puedo permanecer en tu equilibrio sin saber sufrir. Pero al ver desesperadamente, en un momento de la escena, vi una gota que caía sobre tu rostro maltratado, y lentamente salpicaba desapareciendo las descorazonadas, mientras tus dichos callaron, las preguntas cuestionadas ya no había, el laberito se derrumbó hasta volar sus piezas, todo desapareció. Todo quedó en tranquilidad, en silencio prematuro del sol amanecer, con ruidos sordos que corría la olas del mar, mientras las brisas traspasaban sobre tu cabello sin contar en que todo lo pasado se había perdido al oir los gemidos agónicos de las aves que inducían una explosión de alegría, porque el lugar había sido descontaminado de dolores. Asombrados observando toda esa paz que tanto soñábamos, sin importar si había algún humano, sino que sólo los dos pudimos salir y encontrar el lugar perfecto para vivir en paz.
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